Tres ganadores en el II concurso de relatos de terror
- On 11 November, 2019
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- Terrorificamente Cortos 2019, concurso relatos de terror
Después de tres semanas expuestos en la Biblioteca Municipal de Palencia, hoy se han retirado los relatos participantes en el segundo concurso literario incluido dentro de la programación del Festival Internacional de Cine Fantástico de Castilla y León Terroríficamente Cortos 2019.
El jurado ha fallado a favor del autor del relato titulado “El escritor del año”, el peruano Andrés Alonso Goyzueta Cuadros. Los dos accésit del jurado se han concedido al escritor español David Periñán Yuste por su obra “El regalo de cumpleaños” y, a la autora, también nacional, Yolanda Fernández Benito por su trabajo “La buena samaritana”.
La organización se muestra muy contenta con la participación y la calidad del concurso de este año y seguirá apostando por la multidisciplinariedad en El Festival que, con estas actividades paralelas, trata de hacerse más grande y más completo, sin perder su esencia de calidad artística y gusto refinado en la selección.
Os dejamos con el relato ganador:
El escritor del año
Al despertar esa mañana, pasé unos minutos viéndola dormir a mi lado. Se me hacía difícil evocar algún mal recuerdo con ella. Elena se había portado muy bien conmigo, era la única chica que no se acostaba conmigo por interés. Olvidarla me iba a costar mucho sin pensar en todo el dolor que estaba por venir. Luego, me dirigí hacia mi amplio estudio y encendí el televisor. En un canal local, me vi a mi mismo en mi más reciente entrevista, hablando con una sorprende elocuencia. En uno de los estantes brillaba el que, hasta ahora, era mi más importante reconocimiento, una estatuilla que representaba un hombre en cuclillas, macizo y contundente. Al tomarlo en mis manos, recordé toda la alegría que me provocó recibirlo. Elena entró al estudio, portando consigo una entallada bata blanca, tomó asiento y me acompañó mirando el televisor. Sin pensarlo mucho, avancé cautelosamente hasta estar detrás del sillón de cuero donde ella estaba sentada, — Ayer dejaste impactados a los invitados —, dijo Elena sin girar la cabeza, después, apreté con todas mi fuerzas la estatuilla, contuve la respiración y asesté el primer golpe contra la cabeza de mí amante. Sus brazos y piernas se volvieron rígidos después de hacer un espasmo. Luego de ese primer golpe, le siguieron muchos más que ya fueron inútiles, el cráneo de Elena se convirtió en una masa roja mezclada con cabellos castaños. Confié en que lo había hecho justo a tiempo, ni un días más y ni un día menos.
Fui al baño a lavarme las manos. El agua y la sangre hacían un torbellino en el lavabo. Cuando miré mi rostro frente al espejo noté una silueta oscura detrás mío. Cuando giré sobre mis talones, no logré ver nada, sin embargo, la figura oscura volvió a aparecer cuando miré nuevamente al espejo. — Sabía que lo harías, ¿qué más te puedo pedir?, se me están acabando las ideas Rodrigo López —, dijo una voz gutural, como si proviniera de todas partes. En el espejo del baño, miraba como se me acercaba esa forma oscura. No recordaba que fuera tan horrible; mitad hombre y mitad cabra; con ojos amarillos hipnotizantes; y con un terrible olor a azufre. Solo atiné a agradecerle todo lo que hizo y lo que seguiría haciendo por mí. — ¿Que me vas a conseguir dentro de veinte años Rodrigo López?— me preguntó el ser diabólico. Ya le había entregado a mi madre, a mí esposa y, ahora, a Elena. Me había quedado sin tributos para seguir gozando del pacto. Si no lo renovaba diciéndole a quién sacrificaría, se disolvería el acuerdo y regresaría a mis mediocres capacidades. — Voy a conocer a otra mujer, no creo que la ame, pero fruto de eso nacerá una niña, que será lo más preciado de mi vida y te la entregaré en el día siete mil trecientos—, el demonio esbozó una sonrisa y aceptó el nuevo trato. Antes de irse, se acercó a mi oído y me susurro: Rodrigo López, nunca hice nada para que despertaras ese talento, lo heredaste de tu madre, tu esposa te impulsó a superarte y Elena… Elena era realmente hermosa. Y se esfumó para siempre.
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